La reciente salida del cepo cambiario en Argentina marca un punto de inflexión para los sectores exportadores del agro. Tras años de operar con tipos de cambio múltiples, restricciones y distorsiones, las empresas dedicadas a la carne y las semillas enfrentan ahora un escenario mucho más competitivo y previsible. Con una política cambiaria más alineada con el mercado, el país recupera herramientas clave para volver a posicionarse entre los principales proveedores agroindustriales del mundo.
La liberación del tipo de cambio no solo mejora la rentabilidad inmediata de las exportaciones, sino que abre el camino a inversiones, acuerdos comerciales y reinserción estratégica en mercados de alto valor. Esta medida puede ser el primer paso hacia una recuperación sostenible de las economías regionales, la generación de empleo y una mayor captación de divisas genuinas.
La eliminación del cepo implica el fin de las intervenciones artificiales en el mercado de divisas. Bajo el régimen anterior, los exportadores estaban obligados a liquidar sus dólares al tipo de cambio oficial, muy por debajo de su valor real, lo que generaba una transferencia de recursos desde el sector productivo hacia el Estado y desincentivaba las ventas al exterior. Además, las restricciones para importar, girar utilidades o repatriar capitales ahuyentaban inversiones clave.
Sin cepo, se espera:
Mayor previsibilidad para planificar campañas agrícolas y ciclos ganaderos.
Reintegro real de divisas que permite reinversión en tecnología, genética y maquinaria.
Acceso a insumos importados sin trabas ni sobrecostos.
Mejora de los términos de intercambio y recuperación de mercados perdidos.
La flotación del tipo de cambio también tiende a reducir la brecha cambiaria, lo que desincentiva maniobras especulativas y permite una asignación de recursos más eficiente en toda la cadena agroexportadora.
En el sector cárnico, el nuevo escenario permite mejorar márgenes de exportación, recuperar competitividad frente a países como Brasil, y reabrir mercados exigentes donde Argentina compite no solo en precio, sino también en calidad y trazabilidad. Se proyecta un aumento de las exportaciones hacia Asia, Europa y Oriente Medio, con una posible reactivación de inversiones en frigoríficos y feedlots.
En agricultura, especialmente en el negocio de semillas, el cambio favorece tanto a las grandes como a las pequeñas empresas de biotecnología. La posibilidad de exportar genética vegetal con un tipo de cambio competitivo, importar insumos sin trabas y operar con previsibilidad, posiciona a Argentina como hub regional de innovación agropecuaria. Además, la mejora en los términos de intercambio fortalece el comercio de maíz, trigo y soja con mercados estratégicos como China, India, Vietnam y la Unión Europea.